domingo, 24 de febrero de 2013

JESÚS, EL GUSANO

Se acercan los días de la semana santa, y es un buen momento para meditar en los eventos que sucedieron en la cruz...

Uno de los salmos que los cristianos en general, consideramos proféticos en cuanto a la muerte de Jesús es el Salmo 22, escrito entre 1000 y 500 años antes de la crucifixión, tiene aspectos muy interesantes, que a veces, no saltan a la vista con tan solo leerlo...

Por ejemplo, dice el Salmo 22:6 "soy gusano y no hombre", es una expresión muy despreciativa que hace el salmista sobre sí mismo, y en el cumplimiento de la crucifixión este tipo en el lenguaje, nos recuerda el desprecio con el que fue tratado Jesucristo...

Pero aquí hay un dato interesante...

En el hebreo que es el idioma en que encontramos el salmo originalmente, para designar al gusano, no se usa una palabra general para cualquier gusano, sino respecto de una especie concreta, su nombre científico es "coccus ilicis" y se traduce del hebreo (tola'ath) al español como "gusano escarlata", cuyo comportamiento biológico es muy peculiar:

Cuando esta especie se reproduce, al ser fecundada sube a la rama de un árbol, y allí se adhiere fuertemente a la madera (o la hoja) y pone sus huevecillos, para luego comenzar a secretar la sustancia en su interior que le da su coloración roja, y así alimentar a sus larvas, hasta que estas son viables para sobrevivir en el mundo exterior, aunque ese acto le cuesta la vida al progenitor...

Así fue Jesús, el gusano que a pesar de ser despreciado, se aferró a la cruz y derramó su sangre, para que todo aquel que en el cree, tenga vida eterna.

Acerquémonos en oración a Dios, confiados en el gran precio que ha pagado nuestro Señor, y creamos que sobre ese sacrificio, el está dispuesto a perdonar nuestros pecados, y participemos de su pacto sellado con sangre, ya que este es el comienzo de una nueva vida aprendiendo de nuestro Señor Jesucristo.