martes, 23 de abril de 2013

Nuestra esperanza


Normalmente en este Blog solo encontraremos estudios bíblicos, pocos testimonios personales porque no es el objetivo del Blog, la interacción es a través del correo electrónico encontrandoalautor@gmail.com
Pero hoy es una excepción, esta semana en el hospital el pediatra encontró una especie de abultamiento en las costillas de mi hijo, y dijo que podría ser un tumor, le mandó a hacer exámenes y efectivamente las radiografías mostraban un abultamiento que nos causó angustia; comenzamos a clamar a Dios, y en mi mente  estaba la pregunta sobre ¿Cuál sería la voluntad de Dios?, el Señor me dio fortaleza en medio de mi pesar, y comence a pedir a Dios que hiciera su voluntad en todos nosotros (incluyendo a mi hijo, la posibilidad de que mi hijo muriese),  hay un Himno "Castillo Fuerte es nuestro Dios", cuya última estrofa dice que aún cuando los hijos y la familia, los bienes y las cosas terrenales perezcan "de Dios el Reino queda".
Ayer tuvimos los resultados de los exámenes orgánicos, se descartó que fuera un tumor maligno; en un tiempo más tendremos una cita médica que nos indicará que camino terapéutico se debe seguir, agradezco a Dios por su fortaleza y por enseñarnos a pedir correctamente.
Para todos nosotros hay situaciones y cosas de la vida que nos preocupan de sobremanera, sentimientos y pensamientos que abruman nuestra mente y nos afanan cada día. Jesús dijo pedid y se os dará… de nada estéis afanosos… buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y todo os vendrá por añadidura… He aquí unos principios para pedir sabiamente:
Confiar en que Dios nos apoya en la oración, sabiendo lo que más nos conviene: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”. Ro. 8:26
No aferrarse a lo que queremos“Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites”.  Sgo. 4:3
Jesús pudo aferrarse a no pasar por el tormento de la cruz, pero confiaba plenamente en la voluntad de su Padre, y aceptó su voluntad, si no fuera por esto ninguno de nosotros tendría la esperanza de ser salvos: “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Lc. 22:42. Afanarnos con las cosas de este mundo pude hacer morir las promesas de Dios para nosotros… “Estos son los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la palabra, pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosas”. Mr. 4:18-19. 
¡ENTREGUEMOS NUESTROS AFANES AL SEÑOR Y CONFIEMOS!

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